Llevar un diario: un viaje sincero de conexión, reflexión y crecimiento
Hay un momento especial que aprecio: el tiempo que paso con mi diario. No es sólo una rutina; Es un viaje profundamente personal que toca mi alma de maneras que no puedo explicar.
Cada mañana, comienzo mi día con Dios y en mi diario, siento que una sensación de paz me inunda.
Para mí, llevar un diario matutino es más que simplemente poner palabras en un papel: es una forma de oración, una conversación sagrada entre mi Creador y yo. Mientras derramo mis esperanzas, miedos y sueños en la página, siento la presencia de Dios rodeándome, consolándome y guiándome a través de los altibajos de la vida.
Pero no se trata sólo de hablar con Dios; también se trata de escuchar. En el silencio de la mañana, mientras me siento con mis pensamientos y sentimientos, encuentro que Él me habla en susurros: suaves empujones de aliento, palabras de sabiduría y recordatorios de Su amor infinito. Es en estos momentos de tranquila reflexión que me siento verdaderamente visto y comprendido, como si Dios estuviera extendiendo la mano para tocar mi alma con Su divina gracia.
Escribir un diario matutino también es un momento para reflexionar sobre mi viaje: dónde he estado, dónde estoy y hacia dónde me dirijo. Mientras hojeo las páginas de mi diario, recuerdo los desafíos que enfrenté y las victorias que celebré a lo largo del camino. Es una experiencia que me llena de humildad, ver lo lejos que he llegado y cuánto he crecido, y me llena de un sentimiento de gratitud por las lecciones aprendidas y las bendiciones recibidas.
Pero quizás el aspecto más poderoso de llevar un diario matutino es su capacidad para transformarme de adentro hacia afuera. Con cada palabra que escribo, cada oración que pronuncio, siento que me despojo de capas de duda, miedo e inseguridad y avanzo hacia la plenitud de aquello para lo que fui creado. Es un viaje de autodescubrimiento, de aceptar mis fortalezas y debilidades y de encontrar la belleza en el quebrantamiento.
Entonces, mientras escribo en mis diarios, siento que una sensación de paz me invade: una paz que proviene de saber que no estoy solo, que soy amado sin medida y que cada día es una nueva oportunidad para crecer, para aprender y llegar a ser más plenamente yo mismo. Y por eso estoy eternamente agradecido.
Con amor
Eliseo Kluivert